Él
era un hombre que cuando era niño que de pequeño le gustaba vestirse con las
ropas de sus hermanas cuando se encontraba solo en casa.
A
los 24 años salía de vez en cuando por el barrio de Chueca para encontrar sé y
conocer a mujeres transexuales. El siempre buscando cuál era su identidad. Se
enamoró de una chica que contrastaba con el perfil de la mujer que él quería
ser.
A
los 26 años ya disponía de un coche y aprovechaba para irse de noche a la
Ciudad Universitaria donde se cambiaba de ropa y salía vestido como una chica.
Al poco tiempo empezó a tomar hormonas femeninas inyectadas ( Topasel ).
Paso
el tiempo, seguía como hombre y se casó con su mujer y dejo de salir como chica
salvo en fiestas en las que se disfrazaba como chica.
En
el año 2003 le dijo a su mujer que no sabía qué quería ser si hombre o mujer y
ella pensó que él estaba trastornado.
En
el 2008 su mujer le pidió el divorcio y él se lo concedió. Comenzó a hormonarse
para ser mujer de forma continuada y poco tiempo después solicitó a sus médicos
la derivación al hospital Ramón y Cajal a la unidad de Trastornos de Identidad
de Género.
Fue
derivado y pasó más de 400 preguntas psíquicas para detectar si su cambio podía
ser real. Empezaron a darle hormonas femeninas de forma médica. Estuvo dos años
viviendo como chica y se puso como nombre Natalia.
En
el año 2010 en un tribunal de discapacidades le dijeron que padecía de
trastorno de personalidad de etiología desconocida. Eso le hizo pensar en lo
que estaba haciendo y sobre todo porque con su posible cambio de sexo perdía a
su familia.
Dejo
de hormonarse durante seis meses para pensar y al final se encontró a si mismo.
Ahora vive y desde entonces como un hombre y tiende a masculinizarse en la
mayor medida posible.
La pregunta del millón. ¿Es este hombre feliz? Pues si es muy feliz y vive una vida placentera y sabe que ha cumplido su sueño “el haber dejado salir a la mujer de su interior”, poder vivir su sueño.