Tú mi amor en la oscuridad de la noche yacías esplendorosa, con tus cabellos mojados buscando con tu
apariencia, juntos nuestros cuerpos. Para saciar el enorme ardor incontenido que sentíamos ell uno por el
otro cuando empezamos a amarnos. La entrega y la disposición era total a nuestras propias necesidades
sin perder en ninguna ocasión la energía que nos intuía. Eramos como dos criaturas salvajes ,enfrentándono sin ningún temor a lo que nos acontecia , ardientes de placer y sedientos de fogosidad, permanentemente y
constantemente , sin descanso alguno. Todo era gratitud y sensación placentera cuando nos tocábamos
nuestros erguidos cuerpos mostrando en ellos mismos sentimientos de ambición por el acto común de
poseernos sin márgen alguno de solicitar la desunión que nos emergía a grandes momentos de satisfacción
y ardientes destellos de energía adherida sin contemplaciones, admirándonos el uno y el otro. Por el relevante interés que con conllevábamos, acometiendo el acto seguros de nosotros mismos , con fortaleza, con rabia incontenida y con desmesurada pasión.
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